Modernidad líquida. Emancipación. Zygmund Bauman
En la modernidad líquida pocos individuos desean liberarse,
y menos están dispuestos a actuar para lograrlo; el mundo real es limitante y
desobediente y en el sentirse libre implica alcanzar un equilibrio entre los
deseos, la imaginación y la capacidad de actuar.
Puede suceder que debido a la manipulación se dé un lavado
de cerebro en el que uno jamás llegue a poner a prueba sus capacidades
objetivas y existe además la posibilidad de lo que experimentamos como libertad
no lo sea en absoluto y que las personas satisfechas con la realidad no
experimenten ninguna necesidad de liberarse.
La libertad provoca miedo al fracaso y se ve como algo que
no es garantía de la felicidad ni una
meta por la que valga la pena luchar. Otras filosofías nos dicen que la coerción
social es una fuerza emancipadora y la única esperanza razonable de libertad a
la que los humanos pueden aspirar.
No existe otra manera de alcanzar la liberación más
que someterse a la sociedad y seguir sus normas. Las pautas de comportamientos
impuestas por la condensación de las presiones sociales ahorran al ser humano
la agonía de no saber que esperar de los demás.
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