martes, 23 de agosto de 2016



Modernidad líquida. Emancipación. Zygmund Bauman



En su libro Bauman considera la modernidad líquida como representación de cambios. A través de la metáfora de lo que se considera sólido o líquido, nos da a entender que la época de aquello que dura y se conserva en el tiempo como el capitalismo industrial y el Estado-nación se ha ido derritiendo permitiendo el surgimiento de una modernidad donde la realidad social y las interacciones que en estas se dan son fluidas e inestables.

En la modernidad líquida pocos individuos desean liberarse, y menos están dispuestos a actuar para lograrlo; el mundo real es limitante y desobediente y en el sentirse libre implica alcanzar un equilibrio entre los deseos, la imaginación y la capacidad de actuar.

Puede suceder que debido a la manipulación se dé un lavado de cerebro en el que uno jamás llegue a poner a prueba sus capacidades objetivas y existe además la posibilidad de lo que experimentamos como libertad no lo sea en absoluto y que las personas satisfechas con la realidad no experimenten ninguna necesidad de liberarse.

La libertad provoca miedo al fracaso y se ve como algo que no es garantía de la felicidad  ni una meta por la que valga la pena luchar. Otras filosofías nos dicen que la coerción social es una fuerza emancipadora y la única esperanza razonable de libertad a la que los humanos pueden aspirar.

No existe otra manera de alcanzar la liberación más que someterse a la sociedad y seguir sus normas. Las pautas de comportamientos impuestas por la condensación de las presiones sociales ahorran al ser humano la agonía de no saber que esperar de los demás.



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